El coronavirus, denominado como el COVID-19 por la Organización Mundial de la Salud, pertenece, al igual que el mortal SARS, a una familia de virus muy vieja en el mundo.
Este conjunto de virus es común entre los animales, pero tiene la capacidad y rapidez de afectar a las personas, generalmente se presenta como una leve o moderado padecimiento del tracto respiratorio, al punto que podría confundirse con un resfriado. Los síntomas de este virus van desde la secreción nasal, dolor en la garganta, una que otras veces dolor de cabeza, tos y fiebre que podría extenderse por varios días.
En los últimos datos publicados por la OMS, informa que el índice de mortalidad del COVID-19 entre las personas infectadas está entre 2 y 4% en su lugar de origen, mientras que en otros lugares se reduce a 0,7%.
Evitar la propagación del coronavirus se ha convertido en una tarea difícil, ¿La razón? se transmite de persona a persona con gran facilidad. Con las gotículas respiratorias producidas cuando una persona infectada estornuda o tose es suficiente para contagiarse, y es que estas pequeñas gotitas tienen la capacidad de llegar en cuestiones de segundo a la boca o a la nariz de las personas que se encuentren cerca y de inmediato entrar a los pulmones al momento de respirar.
El virus no solo viaja en el aire, también suele depositarse en varias superficies y objetos que al momento de ser tocado por una persona se incorpora a las manos, lo que conlleva a un alto riesgo de infección si no se realiza el protocolo de higiene necesario.
Según la Organización Mundial de la Salud, la tasa de contagio es de 1,4 a 2,5, lo que indica que una persona infectada, puede infectar a otras 3 personas.